La construcción de la honda: primera parte "la conquista de la horqueta"

A la conquista de la horqueta
Allá, el pibe del barrio creaba sus juegos. Jugar significaba ponerse a trabajar. Otros niños, compraban sus juegos, y al poco tiempo compraban otros juegos. Pero el pibe, el del barrio, ese salía a conquistar los materiales. Caminaba horas. Debía, de incognito, entrar en una chacra. Desafiaba las mitologías del viejo con la escopeta, del perro asesino y de la policía que arrestaba a los incógnitos. Otros niñitos, iban en auto, entraban a un local donde eran bien recibidos, y extendían sus manos para recibir el juego que se les entregaba sin más.
Esta historia no me la contaron la construí. Orgullosamente debo decir que yo entraba en la categoría de “pibe del barrio”. El Marcelo, el cachito, el Adrián, el Pablo, el Sapo, el Fabián y el colo. Todos nosotros encarábamos la misión de ir a jugar. Partíamos en dirección noreste, cruzábamos el baldío (que con el tiempo se llamó “las siete canchitas”). En la chacra de Montelpare nos deteníamos a observar el objetivo. Estaba allá, enfrente. Cruzar la circunvalación, saltar el canal y convertirnos en los incógnitos más hábiles del mundo.
Saltar el canal, era una estrategia militar. El más grande saltaba con mucha facilidad. Los pibes en general eran hábiles. Pero más de uno caíamos al agua. Todos reían. Empezaba la tarea que más nos interesaba. Buscar la horqueta. Ocultarse del viejo con la escopeta y si era posible matar al perro asesino. Pero lo primero era lo primero.
Se trataba de encontrar entre las ramas caídas o en el mismo árbol la forma Y. Claaaaro, el niñito que lea esta explicación tardará en entender el sacrificio de buscar “La-Horqueta-Justa”. Él solo extendía su mano y recibía. Nosotros llevábamos el hacha, un cuchillo de batalla, el machete que los Raniqueo habían conseguido de su viejo. Uno se trepaba a un árbol y cortaba su propia Horqueta-Justa.
Con un chichillo bien afilado pelábamos la corteza de la rama. Este procedimiento tenía dos finalidades, embellecer la horqueta y acomodar la empuñadura. El niñito no entiende de estas actividades. Él solo se limitaba a romper el paquete, a retirar la envoltura de su juguete. Nosotros los pibes del barrio conquistábamos el regalo. Manejando el cuchillo crecíamos, nos iniciábamos en la actividad de ser libres.
Luego de la expedición a la chacra alejada de nuestros hogares retornábamos exhaustos. Alegres, riéndonos del cagazo que teníamos cuando el viejo de la escopeta había largado los perros asesinos. La corrida fue de vida o muerte, hasta el más torpe había saltado el canal sin darse cuenta. Hasta que de nuevo en la chacra de Montelpare, de este lado de la circunvalación nos encontrábamos seguros. El niñito siempre está seguro. Al final del día nacía, en los pibes del barrio, el ansía del otro día para terminar de construir la honda.
Si tenes curiosidad en saber cómo se construye una honda te espero mañana….

Comentarios

  1. Bonita historia, hacia añiles que no oia hablar de la horqueta, mañana pasaré a ver como se construye la honda.

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  2. Nostros la llamabamos la gomera, y era para probar nuestra destreza en el manejo de ese instrumento tan preciado por los niños , ahuyentando a los gatos, palomas ,gorriones y cualquier animalillo que se cruzaba por ahí,e incluso perros....
    No tenes nada sobre los barriletes ...

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