No podía asguerar que fuera la misma persona que se encontraba delante suyo.
Su pensamiento divagó y encontró a Catalina, su hija. Aquella mañana tuvo fiebre, la dejo con la niñera y se sentía insegura. Recordó la tarde anterior, con Catalina en la placita del barrio, reía y nada parecía extraño. Como aquella vez, en su habitación recostada con Catalina en su pecho, seguridad y tranquilidad cubrían aquellos tiempos. Pero esa mañana todo era fuera de lo común, sintió miedo de ir trabajar. No sabía que hacer, llamar al trabajo y mentir para no ir.
-¿Cómo hago para detenerla? Pregunto esa cara delante de ella. Su cara dibujo el semblante de quien quiere recordar y no puede. El esfuerzo de la memoria orientó su divagación a tiempos en que su vida rodaba como la de Catalina. Aquella tarde, había visto discutir a sus padres y se amargó muchos años.
Pero ¿Qué quiero recordar? se dijo.
-Señora respóndame. Dijo otra vez la misma cara delante suyo.
Y sin palabras gatillo el revolver.
Su pensamiento divagó y encontró a Catalina, su hija. Aquella mañana tuvo fiebre, la dejo con la niñera y se sentía insegura. Recordó la tarde anterior, con Catalina en la placita del barrio, reía y nada parecía extraño. Como aquella vez, en su habitación recostada con Catalina en su pecho, seguridad y tranquilidad cubrían aquellos tiempos. Pero esa mañana todo era fuera de lo común, sintió miedo de ir trabajar. No sabía que hacer, llamar al trabajo y mentir para no ir.
-¿Cómo hago para detenerla? Pregunto esa cara delante de ella. Su cara dibujo el semblante de quien quiere recordar y no puede. El esfuerzo de la memoria orientó su divagación a tiempos en que su vida rodaba como la de Catalina. Aquella tarde, había visto discutir a sus padres y se amargó muchos años.
Pero ¿Qué quiero recordar? se dijo.
-Señora respóndame. Dijo otra vez la misma cara delante suyo.
Y sin palabras gatillo el revolver.
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