Anochecer

Entre la sombra asomaba su mirada. Acurrucado en el rincón parecía contener una enorme caja de secretos. Su noche era toda su vida. En estado nada de lo vivido tenía color. Miraba y sin ver maldecía su nacimiento, su familia, su vida en definitiva. Sacó de su bolsillo trasero un encendedor, el resplandor de la llama no reveló su escondite porque sus manos hábilmente escondieron la luz. Le dio una pitada, exhaló y volvió a pitar. La sombra que lo cubría era cada vez más fría y el refugio en cual se arrinconaba cada minuto era una palada que cavaba su soledad.
El rumor de unas voces alteró su estado y escondió su respiración. Estaba oculto pero se ocultó más. Las voces cálidas congelaron su corazón y de carne se transformó en piedra. Voces altas, rientes, todas significaban otro lugar no el suyo. Ninguno en el mundo sabía de su lugar, ni de que hacía allí, ni del silencio que corría en por su alma. Toda esa vida nocturna estaba a punto de finalizar. Solo debía salir de su escondite.
Un paso, una respiración, nadie alrededor, todo vacío. Puerta de por medio, un paso y la abrió. Entró en aquel hogar, tomó el instrumento de la acción. Realizó su cometido y huyó. Tres muertos, un herido y ningún culpable. Así finalizó la vida y anocheció la humanidad.

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