Richard Camacho (Aventura policial Primera Entrega)

Los invito a leer la primera entrega de una serie que se publicará semanalmente. Con Uds Las aventuras de Camacho...Disfrutenlo


Madrugada de Julio.
Nací en esta ciudad. Nunca me impresionó demasiado. De adolescentes solíamos llamarla “la chacra asfaltada”. Escuché algunas cosas desagradables de mi ciudad, pero nunca presencié nada tan absurdo como el cadáver que tenía delante de mí.
– Licenciado, la voz de López, un policía a mi cargo me distrajo de mis pensamientos. – ya está delimitada la zona circundante de la placita como escenario del crimen. Los oficiales están entrevistando a los vecinos y este es el placero que efectuó la denuncia al 109.-Muy bien - le respondí y me incorporé para escuchar al fulano.
Su aspecto era de un hombre de unos 50 años, delgado de aproximadamente 1, 65 mts. Tenía bigotes, de pelo morocho y rasgos mapuches que asomaban en su mirada. Su tono de voz era algo vibrante. Por su afán de decir todo no le entendí nada. Estaba como con miedo de que lo acusáramos ridículamente de ser el asesino.
- Cálmese señor – le dije con mi alta experiencia y percibió que no lo iba a encerrar. Se relajo y pudimos dialogar.
-Entonces, empecemos por su nombre. - Jorge Sandoval, dijo sin titubear. Muy bien Don Jorge, asentí con respeto, cuénteme ¿qué paso cuando llegó a su puesto de trabajo?
- Mire Señor, yo vengo a trabajar todos los días a las cinco y media de la mañana. El intendente quiere que la placita este lista para las ocho, que es cuando los chicos van a la escuela. Así que yo vengo tempranito, me pongo la pava y mientras tanto empiezo a juntar las botellas tiradas. Empiezo a limpiar ¿vió? Hoy cuando llegué hice lo de todos lo días y cuando voy al deposito a poner la pava me pareció que había un borrachito, siempre se queda alguno tira’o. Entonces, me acerqué pa’ despertarlo. Pero cuando lo veo bien, resulta que había sangre. Me asuste, pero como yo estoy preparado para casos de emergencias, hice lo que me enseñaron, llame al 109.
Sabía que este tipo no sería de gran ayuda, sin embargo, muchas veces me equivoqué en otros tiempos, así que le tire unas preguntas más como si conocía a la víctima, o si tenía idea de algo sospechoso que hubiera visto con anterioridad. En fin, a todas las preguntas de rutina respondió negativamente. Rescaté que Sandoval llevaba mucho tiempo trabajando y viviendo en el mismo barrio. No obstante, era la primera vez que había visto al finado. La satisfacción del hombre de saber que había hecho lo correcto se notó a dos leguas. Le agradecí la información y le sugerí que se tomara el día. Apenas se retiró noté que era rengo. En mi razón apareció este pensamiento: ¡claro! por eso este tipo trabaja como municipal.
Me dirigí al médico forense, el doctor Alfredo. Un viejo doctor ya con pocos años para jubilarse. Me explicó que el cadáver había recibido un balazo justo en medio de los ojos. El caño había sido presionado con fuerza sobre la frente del occiso y la bala había atravesado el cráneo de lado a lado. Se suponía que debíamos encontrar el cartucho utilizado, pero no fue así.
Junto con el personal de criminalística hurgamos entre los bolsillos. Encontramos la billetera con 370 pesos y los documentos. En cada muñeca endosaba un reloj (de esos grandes dorados que se consiguen en los mercados de los bolivianos). Tenía un paquete de cigarrillos nuevos, Phlips Morris Box. El tipo era obeso, alto, morocho, de exactamente 45 años de edad, de nacionalidad Chilena y su nombre era Orlando Sebastián Goméz Canillao. No sabíamos cuál era su lugar de residencia en la ciudad.
Esa misma mañana: seccional Nº 24
- ¡Qué caso que tenemos López! ¿eh?. No tengo ni siquiera la bala. ¡Qué suerte que alguien la pego con esa huella! Esperemos nos sirva de algo. Bueno ¿por dónde empezamos?
– Licenciado creo que lo mejo sería llamar a la embajada Chilena y notificar de inmediato lo ocurrido.
– Por supuesto López, encárguese personalmente.
Espero que alguien en Chile conozca a este tipo - Cómo carajo lo vinieron a matar acá en Cipolletti? Qué hiciste Orlando? Reflexionaba sobre estas preguntas revisando las fotos del personal de Criminalística cuando la oficial de turno Herrera me comunicó lo que sin esperar me vino al pelo.
Se trataba de una jovencita, de unos 24 años, que informaba sobre la desaparición de Orlando (para mi toda víctima se llama con el primer nombre). Así que tuve que agudizar mi tacto para obtener la información necesaria. Ella dijo ser la sobrina de la víctima. La hice pasar al despacho, donde se toman las exposiciones.
- Tome asiento señorita - me exprese de la mejor forma caballeresca. Debía informarle que su pariente había sido asesinado. Era la primera vez que me tocaba hacerlo. Siempre tuve un superior que lo hacía por mi. Hoy yo era el superior.
- Me llamo María Elena Canillao. Vengo porque mi tío avisó que iba a comprar cigarrillos pero todavía no ha vuelto.
- Entonces, Ud es la sobrina.
- Así es.
- Señorita debo informarle que su tío fue hallado sin vida esta madrugada.
Mis palabras no pudieron ser más hirientes, me reproché lastimar el dulce semblante de la pobre Elena. Su tono de voz, sus ojos pardos y su cabello moreno me habían sorprendido y tuve el deber de hacer a un lado mi imaginación para romper casi como con una trompada toda su hermosura. Sus lágrimas no tardaron en hacerse ver. Abrí la puerta de la oficina y llamé a la oficial Herrera para que con su toque de feminidad consolara a la joven. (continuará...en 7 días)

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